00 Mujeres Rurales: hacia una recuperación con justicia de género – Federación Costarricense para la Conservación de la Naturaleza

Mujeres Rurales: hacia una recuperación con justicia de género

30 de setiembre, 2021 |  Red de Mujeres Rurales de Costa Rica, Asociación Tinamaste y FECON

La fuerza de las mujeres que trabajan por transformar el mundo desde su realidad crece cada vez más. En Costa Rica, una organización ya cuenta con 15 años de trabajo articulando las ideas de mujeres que emprenden sus luchas colectivas en territorios alejados de la capital, donde la ausencia del Estado y la voracidad de los mercados transnacionales se llegan a sentir con más fuerza.

Este texto es el resultado de una entrevista colectiva, facilitada por Alejandra Bonilla Leiva, de la Asociación Tinamaste, para dialogar con FECON, y con el propósito de que pudieran escucharse diversas voces de mujeres organizadas en la Red. Tinamaste ha acompañado y facilitado el proceso de organización de la Red a lo largo de sus 15 años.

La Red nació en el año 2006 y está integrada por diversidad de mujeres que luchan diariamente por salir adelante en el campo: indígenas, afrodescendientes, migrantes y demás identidades sociales, culturales y religiosas, porque lo que impera en este espacio es el respeto mutuo entre mujeres, siendo una organización autónoma, que analiza constantemente la realidad desde las vivencias de sus integrantes, distribuidas a lo largo y ancho del país.

Además de las luchas por consolidar la justicia de género en un país donde impera la violencia estructural del patriarcado, la Red ha participado y desarrollado proyectos económicos con enfoque justo para mejorar la calidad de vida de las mujeres. En esta nota repasaremos los diferentes espacios en los que la Red de Mujeres Rurales desarrolla sus esfuerzos, convirtiéndose en una organización de referencia a nivel nacional.

Manifestación de varias consignas de la Red de Mujeres Rurales. Foto: Alejandra Bonilla

Tejiendo la Red

Aida Alvarado, mujer campesina de Santa Rosa de Piedras Blancas, en la Zona Sur, recuerda como en miras al referéndum del Sí y del No al Tratado de Libre Comercio (TLC) en 2007, había gran incertidumbre porque la mayoría de las mujeres estaban desinformadas. “Eso nos llevó a generar grandes discusiones acerca del TLC. La mayoría iban con el No y había seguridad de que ganara. Los del poder económico y el capitalismo iban con el Sí por sus intereses de explotación”, comentó Aida.

La experiencia de lucha contra el TLC les motivó a  mantenerse organizadas, sobre todo ante el desafío que significaba el resultado final del Referendum. Aida plantea que la Red funciona en defensa de los derechos, nos permite unir las luchas, nos fortalece y a la vez las empodera, y al unir recursos, fuerzas e intercambiar conocimiento haciendo visitas a diferentes lugares, van descubriendo las realidades y situaciones comunes que viven como mujeres.

Cecilia Núñez, campesina de Colinas de Cariari, en la Zona Norte del Caribe explica que en la Red de mujeres Rurales, hay mujeres de Limón, Talamanca, Pococí, Siquirres, Matina, Pérez Zeledón, Los Chiles, Upala, Guanacaste y Zona Sur, con una Junta Coordinadora que se reúne virtualmente por la pandemia. “Somos mujeres de todas las edades, algunas con muchos años de experiencia y otras bastantes jóvenes, ya que es necesario que la Red continúe rejuveneciéndose aportando nuevas ideas, para que siga hacia adelante”, señaló Cecilia.

La idea es apoyada por Lucía Brenes, colaboradora desde el Proyecto Interuniversitario, Economía Solidaria y Feminismo, quien  considera que la fuerza que van tomando todas a partir de lo colectivo, ha sido lo que las mantiene como organización, se ha mantenido la idea que en solitario no se consigue nada, y las conquistas y avances en términos personales y colectivos ha sido porque se han mantenido juntas. “Son todas con la idea de sostenerse y mantenerse como unidad a pesar de la diversidad y diferencias geográficas. Pocas organizaciones logran tener tanta consistencia como la red”.

Mujeres campesinas aprovechando residuos orgánicos para compostar. Foto: Alejandra Bonilla

Por su parte, Fanny Reyes, mujer indígena de Térraba, resaltó que han aprendido a reconocer el trabajo que realizan las mujeres en espacios cotidianos, desde la casa hasta la parcela. “Con ejemplos como el doña Claudia Rodríguez) con la defensa del agua, o de la compañera Mariana Delgado con la reivindicación territorial en su comunidad indígena, nos motivamos a seguir luchando por conseguir lo que cada una quiere, y también lo que queremos construir en colectivo”, comentó.

Tierra para las mujeres

Para Aida, una mujer sin tierra es como una mujer sin vida. Ella indica que la mayoría no tienen acceso a ella, porque tienen solo el lote de su casita y otras no tienen nada. “Anhelamos que todas lleguemos a poseer la tierra para recuperar la vida y alcanzar ese sueño”, dice Aida sobre este problema estructural que amenaza a las mujeres rurales.

Por su parte Cecilia expresó que algunas mujeres de la Red tienen la dicha de contar con una parcela, pero hay compañeras que no tienen terreno para trabajar y se las ingenian consiguiendo terrenos prestados o alquilados para sembrar maíz, arroz, frijoles, camote, ayote y más, para asegurar la alimentación.

Las mujeres indígenas como Fanny Reyes reconocen la importancia de estar en contacto con otras experiencias de lucha por la tierra. Ella dice que las mujeres “tenemos derecho a la soberanía alimentaria, a producir desde nuestros patios y desde nuestras fincas nuestros propios alimentos. Es una identidad que nos han querido robar”.

Las mujeres indígenas impulsan y participan en recuperaciones de territorios en Salitre, China Kichá, Cabagra, Curré y Térraba en la Zona Sur. La Red ha acompañado las luchas de las compañeras de los territorios haciéndose presentes para sentir en carne propia lo que viven las compañeras: desde la alegría hasta la violencia presente en estos procesos.

Encuentro con mujeres indígenas. Foto: Alejandra Bonilla

Para Fanny, las mujeres recuperadoras no solo están retomando el acceso a la tierra sino también, creando espacios seguros para expresarse y ser escuchadas. “Tener su espacio para sembrar va vinculado al acceso a otros derechos: a decidir, poder cultivar las semillas propias y que no sean otros que decidan por nosotras”, reflexionó Fanny sobre el tema de la tierra.

El impacto de la crisis

La situación de las mujeres ya era difícil desde siempre, como comentaron las integrantes de la Red de Mujeres Rurales desde su inicio, lo que fue en parte la motivación para articularse en esta organización. Sin embrago, el impacto de la crisis sanitaria por Covid-19 es una realidad que las mujeres reflexionaron en esta ocasión.

Varias mujeres que sembraban también comercializaban sus productos en el mercado local o nacional. Así lo comenta Francisca Wilson Santana, mujer migrante campesina que vive y trabaja en Upala, en la Zona Norte del país. Francisca es un fiel testimonio de cómo desde antes de la pandemia ya tenían problemas con los productos que cultivaban.

Los intermediarios venían y pagaban las cosas muy baratas, pero él si iba a venderlas bien. En este momento no está ni el intermediario. Sucede que no tenemos cómo pagar nuestros servicios básicos. No tenemos dinero. Los impuestos han subido. Algunas personas han cortado sus servicios básicos. ¿Por qué tanto impuesto?, se pregunta Francisca.

Francisca señala además que el problema sanitario ha complicado la situación para las personas migrantes y las mujeres son las encargadas de resolver estos complejos asuntos para sus familias. Por el problema sanitario, las mujeres ni siquiera están recibiendo medicamentos, muchas personas están sin seguro social y en general, la situación ha empeorado.

Otra de las preocupaciones en la línea de la caída económica la ha expresado Bellanira Navarro, campesina de Mollejones de Pérez Zeledón. Ella cuenta que las campesinas tenemos pequeños invernaderos para hortalizas. Hay también compañeras que hacen jabones a base de leche de cabra, buscando alternativas económicas  a pesar del peso del machismo, que hace que las mujeres tengan la carga con el trabajo del hogar y atención exclusiva de los hijos.

Bellanira analizó la caída en las condiciones para salir a vender, diciendo que “en la crisis a nosotras se nos hace muy difícil vender nuestros productos, hay que salir aunque no se pueda, aunque no contemos con el apoyo de las personas. A veces una gallina la quieren regalada, dijo. Agregó además el riesgo de que la policía y la municipalidad decomisen los productos poniendo una multa de 350.000 mil colones.

La lucha contra la injusticia económica

Antes de la crisis sanitaria, la crisis económica venía amenazando claramente a los sectores más empobrecidos del país. Alejandra Bonilla, de la organización Tinamaste, expone que la Red participó en la lucha contra el plan fiscal, informando a los diferentes grupos en todo el país sobre el trasfondo de una reforma tributaria injusta.

La denuncia que se hacía es que le iban a cobrar a los pobres mientras se le daba amnistía a los millonarios y las grandes empresas. Los impuestos, los decomisos, el estrujar aún más a los sectores populares en sus actividades económicas que es lo que las familias están viviendo ya tienen un propósito, son mecanismos de concentración de más recursos”, expuso Alejandra.

La activista añadió además que estos impuestos no los pueden pagar las familias campesinas y terminan perdiendo la tierra. Y el que va ser el propietario de la tierra es un gran empresario y finquero, que si está exonerado. “Este es el fenómeno de la desaparición de la pequeña producción, por la concentración del capital, y las medidas de la reforma fiscal va dirigida a eso. No contribuye a la justicia económica, sino al despojo”, concluyó al respecto.

Para enfrentar la injusticia y la visión económica dominante, cada una tiene gran variedad de semillas. “Se compran los productos agrícolas ya sea para consumirlos en la región o para hacer algún producto procesado como las galletas o el pinol y se le da un valor agregado para complementar el producto”, dijo Orfa Condega Pérez, quien es campesina e integrante de la Red en la Zona Norte. Con el enfoque de Economía Social Solidaria (ESS) se resiste frente a las amenazas del sistema.

Cuidado mutuo en la Red

Damaris Badilla es vecina de Cajón de Pérez Zeledón. Ella destacó que en la Red se ha trabajado el tema de la violencia contra las mujeres con pinturas. Con estas pinturas las mujeres expresan el dolor que sienten: “hemos escrito y hecho dibujos para ilustrar en  la revista de Las Despiertas, expresando lo que hemos vivido, porque muchas compañeras ha sufrido violencia tanto física como psicológica y esto merece la atención y solidaridad de nosotras mismas”, dijo.

Ella explicó que los problemas de violencia no solo se dan en el hogar, sino desde las instituciones públicas del Estado, por ejemplo la Municipalidad, cuando no las dejan trabajar en paz y están viendo cómo quitarles la tierra y la semilla, porque al Estado no le conviene que las mujeres sean autónomas. “Esas cosas son violencia. En la red hemos aprendido que eso es violencia. También en los trabajos existe el machismo y el maltrato”, reflexionó Damaris.

En la línea de explotación laboral, Francisca Wilson Santana indicó que las mujeres nicaragüenses son explotadas a escondidas. “Las fincas grandes contratan personas indocumentadas y eso es un vicio que aumentó con la pandemia. El salario es de miseria, no tienen alojamiento digno y trabajan de seis a seis”, cuenta Francisca sobre este problema tradicional en las zonas fronterizas donde dominan las transnacionales agrícolas como las piñeras y naranjales.

Francisca alertó también sobre la vulneración que sufren las mujeres con la agudización de la crisis económica. Según comenta, se está dando el caso de que las mujeres jóvenes buscan ocupaciones por redes sociales y son trabajos falsos, para acercarlas a redes de trata de personas. Algo que está surgiendo con la pandemia. Genera preocupación porque ya hay mujeres migrantes que han muerto o desaparecido en la frontera, principalmente nicaragüenses. En esta zona las mujeres son altamente vulnerables.

El feminismo como herramienta para crecer

“Somos feministas porque creemos en la igualdad de derechos, nos encontrábamos sometidas, marginadas, sin poder decidir, por efecto del patriarcado, por los hombres machistas, las iglesias, las labores en las casas y la atención de los hijos sobrecargado sobre nosotras”, dijo Aida Alvarado sobre algunas rupturas que buscan hacer con el trabajo organizativo de la Red de Mujeres Rurales.

Mural de Mujeres Rurales. Foto: Alejandra Bonilla

Orfa Condega Pérez agregó que en la Red se fortalecen por medio de capacitaciones, boletines y grupos de lectura, para darle conocer y analizar la situación real del país y sus leyes. “Esto nos permite defender los derechos individuales o colectivos. Como organización recalcamos la importancia de estar organizadas a nivel local, regional y nacional. Así es como podemos crecer

Al acercarse mutuamente a las realidades locales, las mujeres se motivan y fortalecen en sus luchas diarias. Así lo reconoce Fanny Reyes, quien considera que al verse reflejadas en otras mujeres, aprenden mucho. “Nuestra visión es feminista desde lo rural, que significa el acceso a la tierra, el derecho a vivir sin violencia, el acceso a otros derechos como la salud”, dijo Fanny.

Mantenerse en contacto, intercambiar semillas y compartir aprendizajes son formas en que las Mujeres Rurales se cuidan mutuamente. Desde las que venden sus productos hasta las que recuperan las fincas ocupadas ilegalmente en los territorios indígenas, luchan por tomar su espacio en una sociedad que ha marginado y sometido a las mujeres siempre a la voluntad de otros. El apoyo mutuo les permite crecer y liberarse de miedos para salir adelante en sus proyectos.

Intercambio de semillas y defensa de la vida. Foto: Alejandra Bonilla

Recuperación justa: la lucha diaria

El apoyo desde la Red a la producción campesina de las mujeres valora el trabajo que se realiza en líneas distintas al sistema económico injusto y explotador que violenta a los territorios y a las mujeres. En el contexto de la pandemia se han esforzado por seguir enviando productos a San José, con el apoyo de Tinamaste, para apoyar la economía local con el consumo de productos sanos producidos por las mujeres y sus familias.

También la Red de Mujeres Rurales ha sido una organización clave en la lucha por proteger la semilla criolla y la producción campesina, logrando gracias a sus reflexiones y gestión legal, la anulación de un Reglamento con el cuál se pretendía restringir la compra o comercialización de semillas que no fueran registradas, desconociendo con ello el deber estatal de resguardar el patrimonio genético criollo, establecido por Ley desde el año 2007.

Las experiencias que muchas mujeres impulsan, desde el norte hasta el sur de Costa Rica, se orientan por la búsqueda de justicia social con justicia de género y una producción ecológicamente sana. En este momento cuando la crisis se ha agudizado, el trabajo continuo de las mujeres y la reflexión permanente sobre temas que les afectan directa o indirectamente, nos motivan a creer que es posible una recuperación justa, cuando se lo proponen los diferentes sectores de la sociedad costarricense.

Las mujeres que forman parte de la Red de Mujeres Rurales se mantienen firmes en la recuperación de la producción agrícola desde las actividades que en cada localidad se impulsan. Las mujeres consideran clave mantener la comunicación mutua a pesar de las distancias y restricciones que se viven en la actualidad, para poder confrontar a los grupos de poder que quieren capitalizar la crisis para satisfacer aún más sus ambiciones.

El esfuerzo de juntar ideas y pensamientos, proyectando nuestras problemáticas y denunciándolas también en los medios de comunicación al alcance, permite dar un gran paso, que es romper el auto-silenciamiento que practicamos como sociedad en nuestro país. La enseñanza principal que nos transmiten las mujeres rurales es que organizándonos y creyendo en nuestras propias capacidades, podemos alcanzar la fuerza suficiente para cambiar nuestra realidad injusta.

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Dany Villalobos – FECON

En el marco del proyecto “Recuperación justa: alternativas con enfoque ecológico“.

FECON-COECO Ceiba Amigos de la Tierra.